viernes, 22 de noviembre de 2013

Y también otras cosas

Un objeto es un objeto, aunque puede ser infinitas cosas.
Una maceta puede ser un balde,
una cuchara, un espejo,
una rama, una varita mágica,
y un mostrador puede ser una barra de un bar, o una muestra de la separación de espacios, bien podría ser una pared para algunos petisos, o un muro para una hormiga.

Un mostrador en una escuela.
Una escuela que (se) creía inclusiva.
Un mostrador que, puesto dentro de un salón al que llegan los estudiantes para sentirse alojados, divide, separa, fracciona y demuestra. Demuestra que allá están ellos, y acá nosotros: los adultos, los que -aparentemente- tenemos el saber y manejamos el poder.
Ellos, los que consideramos alumnos y no estudiantes, están del otro lado.
Hasta hace poco estaban ENTRE nosotros pero claro, esta escuela no está por fuera de la sociedad.
Una sociedad que en cuanto siente la inclusón, excluye.

Y no, no es sólo un mostrador.
Consulto a cuanto ser humano se me cruzó dentro de la insitución y nadie sabe bien quien lo colocó allí ni porqué. Y me miran como a una loca, que pregunta sinsentido "porque no está bien y jode con boludeces."
Y no. No estoy bien. No entiendo porqué.
Porqué separar a los estudiantes de los preceptores que hasta ese día los alojaban.
Porqué no preguntarse por la colocación de un mueble innecesario para todos.
Porqué quedarse de brazos cruzados ante la pregunta ajena.

Y así, cuando entra una basurita en el ojo y uno no puede seguir. O cuando intentamos recordar algo y nuestra memoria nos juega una mala pasada. Así me quedé yo. Mal. Molesta. Inquieta. Ansiosa.
Descreida de aquella que supo ser mi escuela y me alojó en casi todas las etapas de mi vida.
Una escuela que incluía y hoy me expulsa.
A mi y a cuanto niñojovenadolescentepadremadretutoroencargado se digne a cruzarse.
Escuela en la que no existe la intimidad de las problemáticas singulares.
Puede que sea una expresión local de un malestar social.
Está bien, lo entiendo.
Una escuela puede ser un dato.
Tanto como un mostrador puede ser un indicador de políticas educativas.
Y una pregunta puede ser síntoma de locura.
Pero que no se confundan.

Esta locura fué fomentada por una escuela que me enseñaba a que estos síntomas que hoy llaman locura, eran en realidad muestras de lucidez.
Pero esa escuela ya no existe.
Y duele acostumbrarse a eso.

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