miércoles, 12 de febrero de 2014

Pequeñas obsesiones ilustradas

Tengo un ritual.
Tengo muchos rituales, si no fuera tan parecida a Dora, sin lugar a dudas sería el Hombre de las Ratas.
Qué estructura podríamos encontrar en estado de pureza? Qué histérica no tiene alguna obsesión y qué obsesivo no es un poco insatisfecho?
Pero esto es parte de otro relato.
Lo cierto es que, repito, tengo un ritual.

Los objetos mas preciados para mi son los libros. Es una especie de fetiche mezclado con nostalgia. Uno de los pocos fetiches que tengo, una característica mas de mi nostalgia.
Tengo, al lado de la cama, un mueble que hace las veces de mesa de luz (qué nombre ese, como si la mesa no estuviera hecha de madera, como aquellos que piden en los bares "un vaso de agua") y que me permite acumular libros por la cantidad de estantes que tiene.
Pero no cualquier libro. No crean que mi rituobsesión es tan sencilla.
Sólo libros que he comprado -por lo general- complusivamente, y que todavía no he leído o no he terminado.
En fechas de cumpleaños y Navidad (ambas muy cercanas entre si) la pila aumenta notablemente.
En fechas de vacaciones o menor cantidad de trabajo la pila disminuye del mismo modo.
Pero esto no es parte del ritual.
O si, pero no es su punto cúlmine.

El momento mas bello, alegre y triste a la vez (no son acaso siempre asi?), es cuando termino la lectura de algún libro, y tengo que elegirle un lugar en mis bibliotecas.
Es un ritual que adoro y sostengo.

Y hoy pensaba, que un poco así son las relaciones.

Uno las mantiene en determinado sector, del cuerpo, de la intelectualidad, de la subjetividad y a veces, es necesario moverlas.
No generar nuevas.
No dejarlas a medio terminar.
Moverlas.

Porque, aunque aconsejo algunos rituales, es sumamente complejo elegir un lugar para algo y dejarlo allí: estanco, bloqueado en su intensidad, sin posibilidad de crecer, de multiplicarse y, porqué no, de huir.
Claro, no estoy lista para soltar mis rituales, mi nostalgia y algunas relaciones.
Solo voy a intentar de(s)velarlas, porque, y esto es profundamente irrefutable, cuando ves algunas verdades, ya no es posible volver a cubrirlas.
Lo que no se, es qué voy a hacer con el rincón de casa que esta lleno de los velos que estoy acumulando y ya no sirven.
Espero no dejarlos ahi juntando polvo, como hago con algunos libros, sólo por el hecho de no soltar, aunque ya no los lea y no pueda aprender nada de ellos.






1 comentario:

Jorge Curinao dijo...

Como cuando el silencio
y las palabras empiezan a temblar.